¿Y si nos quedamos sin trabajo?: Renta Básica Universal, economía del propósito y el día que tuvimos que redefinir el éxito

¿Y si la AGI elimina tu empleo? La Renta Básica Universal (RBU) podría liberarte para perseguir pasiones: arte, ecología o familia. Imagina un mundo donde el éxito es creatividad, no dinero. Pero, ¿quién controla esta revolución? Una elección entre utopía o distopía te espera. ¿Elegirías empatía o poder? Descubrí el secreto detrás de este cambio radical y cómo redefine tu futuro. ¿Listo para el desafío? ¡Leé la nota completa y decidí qué harías con tu tiempo!

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Federico Lix Klett

6/29/20255 min read

¿Y si nos quedamos sin trabajo?: Renta Básica Universal, economía del propósito y el día que tuvimos que redefinir el éxito

Llegamos al final del viaje. La AGI no solo automatizó el laburo, nos obligó a contestar la pregunta más jodida de todas: si no tuvieses que trabajar para vivir, ¿para qué vivirías?

Amigo lector, acá estamos. Última parada de este recorrido para entender la AGI (Inteligencia Artificial General). Empezamos con la crisis de sentido que la IA ya nos genera, nos metimos en la guerra fría por los chips, flasheamos con el transhumanismo, imaginamos un día en el futuro y la semana pasada delineamos las "super-habilidades" humanas que nos servirán de antídoto.

Pero queda una pieza en el rompecabezas. La más grande. La que redefine el tablero de juego por completo. Si la AGI y la automatización avanzada realmente alcanzan un punto en el que la mayoría de los trabajos humanos actuales se vuelven innecesarios, ¿cómo organizamos la sociedad? El fantasma de la "clase inútil" de Harari nos sopla en la nuca. ¿Qué hacemos cuando la productividad se desacopla del trabajo humano?

Acá es donde las discusiones de sobremesa se ponen serias y entramos en el terreno del nuevo contrato social. Un tema que pienso y repienso todos los días. Este artículo tiene altas probabilidades de que esté equivocado o de que cambie de ideas. Y me alegra que así sea. Ya que estamos escribiendo sobre gelatina.

La Renta Básica Universal: ¿Panacea o parche?

El primer concepto que salta a la mesa, y que mencionamos de pasada, es la Renta Básica Universal (RBU). La idea es simple: el Estado (o alguna entidad global financiada por la productividad de las IAs) le da a cada ciudadano un ingreso regular e incondicional que le permita cubrir sus necesidades básicas. Comida, techo, salud.

Los detractores, con una lógica muy del siglo XX, te dirán que nos volverá a todos unos vagos, que nadie querrá hacer nada. Los defensores argumentan lo contrario: al liberar a las personas de la ansiedad de la supervivencia, la RBU podría desatar la mayor explosión de creatividad, emprendedurismo y voluntariado de la historia.

La realidad, probablemente, esté en el medio. Pero la RBU no es el fin, es el medio. Es el piso, no el techo. Es el hardware social que habilita un nuevo software: la Economía del Propósito.

De ganarse la vida a vivir una vida con sentido

Hace menos de 100 años había esclavitud. Hoy se supone trabajamos 5 días a la semana 8 horas + vacaciones + licencias y feriados. Ok. ¿Va a seguir siendo esto necesario? Te la dejo picando para que la maquines en tu bocho.

Ahora nos permitamos exagerar un futuro posible.

Durante siglos, la pregunta que definió nuestra vida adulta fue "¿De qué vas a trabajar?". Implícitamente, "¿Cómo te vas a ganar la vida?". Pero si la vida ya está "ganada" por la RBU, la pregunta cambia. Y se vuelve mucho más profunda: "¿A qué vas a dedicar tu tiempo?".

En este escenario, el "trabajo" se disocia del "empleo". El empleo es lo que hacés por plata. El trabajo es lo que hacés por un propósito. Es el músico que compone la zamba que siempre soñó, no la que le pide el sello discográfico. Es el ingeniero que se une a un proyecto colaborativo para limpiar los océanos, no el que optimiza un algoritmo para que hagas clic en un anuncio. Es el padre o la madre que elige dedicar cinco años a la crianza de sus hijos. Es la comunidad que se organiza para cuidar a sus ancianos.

En esta nueva economía, el éxito ya no se mide en PBI. Se define por el bienestar que generamos, la creatividad que desatamos, el conocimiento que compartimos y las conexiones humanas que forjamos. Es el mundo donde tu hijo Joaco 2.0, el que jugaba con la física cuántica, puede dedicar su vida adulta a explorar los misterios del universo sin preocuparse por pagar el alquiler. Y su aporte a la humanidad, aunque no genere un centavo, será inmenso.

El Desafío Final: Gobernar al genio que salió de la lámpara

Claro que este futuro no está garantizado. Suena a utopía, y podría torcerse hacia una distopía muy rápido. Porque la pregunta del millón es: ¿Quién controla la AGI?

Si la superinteligencia y la riqueza que genera quedan en manos de un par de corporaciones o de un solo Estado-nación, el escenario de Harari de una élite de "Homo Augmentus" y una masa de desposeídos es casi una certeza. La RBU podría convertirse en una herramienta de control, un "soma" digital para mantener a la población tranquila y entretenida mientras unos pocos deciden el destino de la humanidad.

Por eso, la conversación más importante de nuestro siglo no es sobre tecnología. Es sobre gobernanza. Necesitamos mecanismos democráticos, globales y transparentes para asegurar que el desarrollo y los beneficios de la AGI sirvan al bien común. Es un desafío monumental, que hace que las Naciones Unidas parezcan un jardín de infantes o un chiste caro. Pero es ineludible.

Un final que es un comienzo

Y así, volvemos al principio. A la crisis de sentido. Quizás, la verdadera función de la Inteligencia Artificial (del Razonamiento Computacional) no sea resolvernos todos los problemas, sino forzarnos a enfrentar la pregunta fundamental sobre nosotros mismos.

La IA nos está quitando todas las excusas. Ya no podemos definirnos por nuestro trabajo. Ya no podemos culpar a la falta de tiempo por no perseguir nuestras pasiones. Ya no podemos ignorar las grandes preguntas éticas y filosóficas. La tecnología nos pone un espejo delante y nos dice: "Ok, humano. Te di tiempo, te di abundancia, te di herramientas que parecen magia. Ahora, demostrame de qué estás hecho".

El futuro no será definido por el poder de cómputo de la AGI, sino por la fuerza de nuestro carácter. Por nuestra capacidad para elegir la empatía sobre la eficiencia, la colaboración sobre la competencia, la sabiduría sobre la inteligencia. El amor por sobre el odio. El unir por el bien común que separarnos por egoismos extremos.

Como te dije en otros artículos, no entiendo la guerra, no entiendo la discriminación, no entiendo el odio. Tal vez, es mi ingenuidad o que no comprendo un mundo en donde todos somos una misma especie conviviendo en el mismo hogar, nuestro planeta. Tal vez, tenemos una mirada muy pequeña para la grandeza de la creación.

La Era de la Humanidad Aumentada no es un destino tecnológico, es una elección humana. Y es una elección que estamos haciendo ahora mismo, con cada conversación que tenemos, con cada niño que educamos, con cada valor que defendemos.

La respuesta, al final, nunca estuvo en el silicio. Siempre estuvo, y sigue estando, en nosotros.

Federico Lix Klett founder F*ALK Advertising Martters and FALK  Impellers
Federico Lix Klett founder F*ALK Advertising Martters and FALK  Impellers

Por Federico Lix Klett

Fundador de FALK AI, FALK Impellers y FALK Advertising Matters.

Es pensador, hacedor, comunicador, formador e impulsor de innovación y transformación en las organizaciones.

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